viernes, 2 de agosto de 2013

Tres de agosto de mil setecientos dieciséis.
El antiguo guerrero que se me presentó en sueños me dijo que siempre había esperanza... mientras existan personas con la capacidad para cambiar el futuro, la esperanza no moriría.
Hoy sacrificaré todo, mi alma, mi cuerpo y mi mente para poder derrocar a ese tenebroso ser que atemoriza nuevamente al mundo. Debemos acabar con él... debemos empuñar las armas de los ancestros, aquellas en las que yacen sus agotadas almas, exentas de descanso. 
El diario todavía no está claro, no entiendo la mayoría de las palabras, puesto que están manchados de sangre y además está emborronado... 
No sé cual puede ser su punto débil... pero si debo hacer lo mismo que mis antepasados, así lo haré.
Mi cuerpo, será la espada que le derroque, mi mente, el escudo que me defienda, y mi alma, el agua que le purifique... y algún día, se que algún día, alguien más poderoso que yo llegará y le vencerá. Guardo las esperanzas, se que puede cambiarse el futuro. Mi historia algún día se unirá al pasado, y alguien la leerá.
Y es a este quién lee el segundo tomo a quién le dejo este último mensaje.



No importa cuán desesperada sea tu odisea, siempre hay esperanza... lo único que necesitas es tener la fuerza suficiente para hacer los sacrificios adecuados.
Si lo deseas... puedes cambiar el mundo.
Si este sentimiento logra trascender al mundo, entonces, mi vida, habrá tenido algo de sentido. 
Así que recordad estas palabras, y recordadme por ellas...
Lo que se escribe en las páginas del futuro solo depende de ti, el lector de esta historia.


Aquí... comienza vuestra historia.


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